domingo, 11 de noviembre de 2007

El último rey de Tonga



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Los guardias reales estaban un tanto desgarbados y llevaban salacots. Miraban sus pies, de manera que sus rostros desaparecían bajo las alas de sus cascos. Un guardia barría la grava de un lado a otro con la bota, como si alguna explicación pudiera esconderse debajo.

—Lo siento –dijo–. Puede tardar un rato.

El Príncipe Heredero de Tonga había avisado temprano esa mañana que me concedería una audiencia. Ahora el Sol se alzaba en lo alto; todos sudábamos en la entrada real, carraspeábamos y hacíamos crujir la grava bajo nuestros pies.

La mansión del príncipe se levantaba sobre una alta colina que domina gran parte del reino. Es la última verdadera monarquía del Pacífico, y una de las últimas del mundo. Unas semanas antes durante el verano, el amado y vetusto rey había sido internado en un hospital de Nueva Zelanda. Ahora su menospreciado hijo, el príncipe, se preparaba para ascender al trono.

El príncipe Tupouto‘a podría vivir en el palacio real junto al mar, pero prefiere su creciente reducto en la colina. Los tonganos le dicen “la villa”. Es una construcción neoclásica, con columnas de mármol y una piscina donde a veces el príncipe se divierte con barcos de juguete. Ese día en especial, los guardias lavaban los autos del príncipe heredero: un lujoso Jaguar, un vehículo deportivo campo traviesa y un taxi negro londinense. Su Alteza Real había visto el taxi en Inglaterra, me explicó un guardia, y decidió enviar uno a Tonga. Nadie parecía saber por qué, así que prometí preguntar al príncipe.

Desde la villa descendía una gran avenida blanca, la cual pasaba junto a una fuente y un puesto de guardias. Ahí se unía al camino hacia la capital de Tonga, una ciudad calurosa y polvorienta llamada Nuku‘alofa, hogar de un tercio de los 100 000 habitantes del país. Al pie de la colina, en el camino a la ciudad, había una mujer sentada que hacía escobas de palma con la esperanza de intercambiarlas más tarde en esta economía basada principalmente en el trueque. Más hacia la ciudad, en un pequeño puesto de comida amarillo, se leía: “Demócratas, no hipócritas”. Aún más lejos, las tumbas reales se levantaban vastas y atemporales; ahí se preparaban los trabajadores para la inminente muerte del rey. En lontananza, más allá de la vista de la colina del príncipe, vivían ocupantes ilegales en el basurero de la isla, donde buscaban cualquier cosa que pudiera aprovecharse.

Entre los plebeyos tonganos se desarrolla un movimiento. Mientras occidente lucha por implantar la democracia en otros lugares del mundo, en Tonga esta brota del suelo. La distancia geográfica ya no implica aislamiento ideológico.

Así, el país se encuentra ahora en un momento decisivo: atorado entre el pasado y el futuro, la monarquía y la democracia, el aislamiento

y la globalización.

El guardia, apenado y con su salacot, se alejó trotando para regresar unos minutos después.

—Lo siento –dijo otra vez–. Su Alteza Real está dormido. Todos tienen miedo de despertarlo.

La realeza tongana merece un tanto de miedo. Desde hace casi 900 años, el largo linaje real utilizó la guerra y la diplomacia para extender la influencia de Tonga sobre otros vecinos insulares más pacíficos, incluidos Samoa y tal vez Fiji. Hasta la fecha, el único país del Pacífico que nunca ha sido gobernado por una potencia extranjera continúa siendo Tonga.

La historia del país se caracteriza por su relativo aislamiento: los tonganos están entre los pueblos étnicamente más homogéneos del planeta. Pero su cultura ha sido golpeada por oleadas de ultramar: exploradores, misioneros, estafadores y pretendientes al trono han dejado su huella por igual. El capitán James Cook llegó en la década de los setenta del siglo xviii e, impresionado por la hospitalidad de los lugareños (y sin darse cuenta de sus intenciones de matarlo), llamó al lugar “Islas Amistosas”, mote que conserva. Tonga tiene un nivel de alfabetización de 99 por ciento y se jacta de poseer más doctorados per cápita que otras naciones de la región. Sin embargo, la fuente de ingresos más importante del país es el dinero que envían a casa los tonganos que residen en el extranjero. Tonga tiene un parlamento de 32 curules, pero sólo nueve miembros son electos por el pueblo. Los demás son elegidos por el rey y los nobles, y todas las decisiones están sujetas a aprobación real.

El rey durante mi visita, Tupou IV, disfrutó del respeto de su pueblo durante decenios. Incluso se veía majestuoso a la distancia: 1.88 metros de altura y 210 kilogramos de peso. Cuando era más joven, practicaba surf y buceaba, y los isleños lo adoraban. Pero en años recientes, al menguar la salud del rey y dispersarse su atención, la familia real se inventó una serie de medidas que sólo pueden calificarse como locuras.

El rey, por ejemplo, invirtió millones de dólares en la conversión de agua marina en gas natural. Su hijo mayor, el príncipe heredero, propuso convertir las islas en un tiradero de desperdicios nucleares. La monarquía inició una costosa búsqueda de petróleo, a pesar de que la evidencia geológica era pobre. La lista continúa.

Pero el plan que en verdad enojó a los súbditos del reino sucedió en la década de los ochenta, cuando al rey se le ocurrió la idea de vender pasaportes tonganos. Los ciudadanos menos deseables del mundo –y a veces los “más buscados”– aprovecharon la oportunidad. Imelda Marcos, por ejemplo, se volvió tongana. La venta reportó al final 25 millones de dólares, antes de que las protestas terminaran con ella. Pero ahí fue donde el negocio dio el giro más extraño: el rey entregó el dinero a Jesse Bogdonoff, un estafador estadounidense cuyos negocios anteriores incluían la venta de pulseras magnéticas. El rey lo nombró bufón oficial de la corte, único en el mundo. Se convirtió por decreto real en “Rey de los Bufones y Bufón del Rey, para cumplir con su deber real de compartir jocosa sabiduría y felicidad como embajador especial de buena voluntad en el mundo”.

Su primer gesto como bufón fue un acto de desaparición: invirtió el dinero del reino en un negocio de seguros y lo perdió todo. Después, se esfumó. El pueblo tongano, que no encontró esto nada divertido, comenzó a cuestionar el papel de la familia real. La monarquía parecía estar cada vez más fuera de alcance. El príncipe heredero, por ejemplo, se había educado principalmente en el extranjero, asistiendo a Sandhurst y Oxford. Usaba trajes de tweed de corte impecable y, a veces, monóculo. Hablaba con puntilloso acento inglés y le gustaba coleccionar soldados de juguete. En 1998 abandonó un puesto en el gabinete para procurar sus intereses económicos: pronto era dueño de la cervecería, la compañía eléctrica, una empresa de telecomunicaciones, una aerolínea y más. Su pueblo no creía lo que veía, pero al príncipe parecía no importarle. Declaró a los periódicos que sin la orientación real, los tonganos “orinarían en los elevadores”. Desdeñó las actividades económicas de los tonganos, como “el tejido de canastas, o lo que sea que haga esta gente”. Los tonganos se preguntaban cada vez más si el príncipe los odiaría o, con mayor razón, si ellos odiarían al príncipe.

En la década de los ochenta, un joven de nombre ‘Akilisi Pohiva se erigió como la voz de la inconformidad. Habló en público y enfiló contra la monarquía. Otros tonganos se rieron de él porque pensaba distinto a ellos e incluso porque se veía diferente: entre gente redonda de facciones redondas, Pohiva parecía halcón, con ojos que flanqueaban una nariz afilada. Fue encarcelado dos veces por hablar en contra del gobierno.

Pero tras años de pifias reales, el llamado de Pohiva a la reforma política lentamente cobró fuerza y culminó en franco descontento en 2005. Comenzó con una huelga de empleados gubernamentales, quienes deseaban aumentos; sin embargo, la protesta se convirtió en una abierta exigencia de democracia. Los manifestantes lanzaron bombas incendiarias contra una residencia real, volcaron autos, marcharon por las calles y –de modo impensable en la cultura tongana– amenazaron con un derramamiento de sangre.

Tras mi primer intento de encontrarme con el príncipe heredero, su secretario me dijo que podría tardar en recibirme. Entonces, mientras esperaba, me dispuse a conocer el reino.

En el aeropuerto, a las afueras de la capital, una lánguida empleada registraba las maletas de los vuelos interinsulares de Peau Vava‘u, la aerolínea del príncipe heredero.

—Por favor, coloque su equipaje en la báscula –dijo, anotando el peso con un lápiz.

En esta época de explosivos plásticos y perros de detección, me causó un extraño alivio que, en alguna parte del mundo, alguna aerolínea todavía dependiera de cálculos manuales.

—Y ahora usted.

—¿Cómo?

—Por favor, suba a la báscula.

Según me explicó, el avión del príncipe “no era nuevo”, por lo que resultaba esencial que sumara el peso total, desde el equipaje hasta los pasajeros, pasando por los cerdos. Ya en la pista, vi cuán “no era nuevo” el avión del príncipe: ahí estaba un refulgente Douglas DC-3, desecho de la Segunda Guerra Mundial. Dwight Eisenhower voló en uno cuando apenas era general y, en últimos años, resulta poco común ver alguno fuera de los museos, y ya no digamos en servicio comercial cotidiano. Pero al príncipe le encantan.

Desde las alturas, Tonga se veía como motas verdes sobre un fondo azul. Sus islas son diminutas y lejanas: 800 kilómetros de un extremo a otro, y casi todo es agua. Las islas se dividen en tres grupos principales –Vava‘u, Ha‘apai y Tongatapu– cada uno tan diferente que, para el visitante, carecen de cualquier vínculo comprensible. Viajar entre ellas constituye menos un viaje geográfico que uno cronológico; cada grupo insular parece existir en un momento diferente de la historia del país.

Mi primer destino era el Grupo Vava‘u: la Tonga del futuro.

Sí, sí, dijo el capitán del barco. Tenemos un par de tiburones frente a la proa, pero son “pequeños”, lo cual hubiese sido mucho más tranquilizador si no acabáramos de lanzar a varios turistas por la popa.

Los tiburones desaparecieron en las profundidades, y el capitán, un neozelandés llamado Allan Bowe, sonrió.

—Van a estar bien –dijo riendo.

Bowe es una extraña especie de cazador de ballenas. Su barba larga y cana ondeaba al viento, y la luz del sol se perdía en las arrugas alrededor de sus ojos.

Las ballenas jorobadas migran al norte todos los años desde las frías aguas del Antártico y pasan cinco meses entre las islas. Bowe vio una oportunidad. Durante un viaje en lancha a

Vava‘u hace 15 años, se lanzó a las aguas para chapotear con las ballenas. “Primero me dio muchísimo miedo”, comentó, pero las jorobadas sólo lo olfatearon como enormes sabuesos submarinos. En un instante, Bowe concibió una nueva industria: nadar con las ballenas.

Vava‘u atrae a soñadores y a marinos de todo el mundo; los turistas anclan sus yates en el Port of Refuge. Los yates llegan fácilmente de Nueva Zelanda o Hawai, pero, para zarpar, deben dirigirse lejos, hacia el este o el oeste, para encontrarse con los vientos alisios que los lleven de regreso. Así pues, en muchos casos simplemente no se van.

Tras su epifanía sobre la natación con ballenas, Allan Bowe compró una lancha, la acondicionó para el negocio y encendió el debate entre conservacionistas y aventureros. Los científicos no se ponen de acuerdo sobre el impacto de la natación con ballenas. Algunos dicen que las perturba a ellas y a su medio; otros sostienen que cualquier cosa que dirija la atención sobre ellas ayuda a salvarlas de la cacería.

En la lancha de Bowe, grupo tras grupo de turistas se lanzaba al agua y sobrevivía a pesar de los tiburones. Una y otra vez subían a la lancha con relatos sobre experiencias místicas. Entonces, me enfundé un par de aletas y salté por la popa. Pataleamos hacia un par de jorobadas, madre e hijo, y casi inmediatamente se alejaron. Desaparecieron con un poderoso movimiento.

Ahí presenciamos la gloria, la belleza y el arrobo, pero también, intensamente, intuí algo más. Me sentí como alguien que camina en una playa vacía, se topa con una pareja recostada sobre una toalla y de pronto decide acomodarse entre ellos.

Las ballenas parecían, más que nada, molestas.

El antiguo avión del príncipe cascabeleó hasta la pequeña Lifuka, la isla principal del Grupo Ha‘apai, y se estacionó en el aeropuerto de sólo una sala. Tan pronto como el piloto apagó los motores, un silencio profundo saturó la isla. Tras el ajetreo turístico de Vava‘u, Ha‘apai se percibía como un rincón de otra época: la Tonga del pasado.

Un auto solitario se encontraba fuera del aeropuerto, con un hombre descalzo de pie junto a él, sonriendo. “¿Coche?”. La isla mide sólo 10 kilómetros cuadrados, y el chofer la cruzó a una velocidad un poco mayor a la de una caminata. En Ha‘apai, los autos apenas superan en número a los equinos. El grupo insular es plano, prístino y tranquilo. La gente vive con sencillez; pesca y siembra la tierra. Se preocupan poco por la política y tienen contacto limitado con el turismo. Muchos viven en Lifuka y crían a sus animales en una isla cercana, Uoleva. Durante la marea baja, pueden cruzar a caballo.

Un día conocí a un joven de nombre Roni, quien me ofreció ir con él a alimentar a los cerdos en Uoleva. Montamos sin silla con bridas de soga elaboradas a mano. Emergimos en la playa de Uoleva, y los caballos surgieron del agua, por lo que nos sentimos como los conquistadores de un minúsculo y lejano mundo nuevo.

En la parcela donde tiene sus cerdos, Roni subió a una palmera y tiró algunos cocos, los cuales partimos para beber. Llenó un bebedero para los animales y esparció algo de comida.

Los problemas de Tongatapu, la isla principal del reino –la Tonga del presente– parecían estar a siglos de distancia.

Tras el ocaso, el poblado de Houma, como cualquier otro de Tongatapu, se sume en la oscuridad absoluta. En esta noche, en particular, decenas de pobladores surgieron de la negrura hacia una sala de juntas con techo de lámina para urdir una democracia.

La sala estaba iluminada con sólo unas cuantas bombillas fluorescentes. Había murales en la pared. Las mujeres estaban sentadas en sillas plegables de metal con las manos sobre sus regazos. Los hombres, sentados formando un óvalo en el suelo, alrededor de una gran olla de madera de 1.80 metros llena de kava. Se trata de una bebida ligeramente narcótica, preparada con raíces locales y servida en cáscaras de coco partidas a la mitad. La kava tiende a desacelerar el tiempo para quien la bebe, por lo que estas sesiones con frecuencia duran toda la noche.

Los hombres de la reunión por la democracia me invitaron a sentarme y a beber. Todos se reían y contaban chistes sobre el príncipe heredero y sus riquezas, y bebíamos kava. Alguien se quejó de los impuestos, y bebíamos kava. Luego, lentamente, las miradas de los hombres del óvalo parecieron suavizarse: sus sonrisas permanecían largo tiempo después de cada chiste. Alguien rebautizó al Príncipe Tupouto‘a como el Príncipe Tipejo.

‘Akilisi Pohiva irrumpió en la sala e inmediatamente se distinguió de sus narcotizados compatriotas. El tiempo no ha suavizado los ángulos de su rostro de halcón, o su retórica. Ya nadie se ríe de él; es uno de los pocos miembros del parlamento elegidos por el pueblo, y el que tiene más tiempo en servicio. Mientras los hombres y mujeres se reunían a su alrededor, él hablaba:

—El año pasado me acusaron de sedición –dijo al grupo.

La pena por expresarse, según dijo:

—Es indicativa de la presión. Nos están presionando.

Pohiva creció en una pequeña isla del Grupo Ha‘apai. Sus padres murieron cuando era niño, por lo que sus hermanos lo criaron. Nunca antes hubo escuela para niños en Ha‘apai, por lo que el joven Pohiva fue uno de los 25 estudiantes fundadores de la primera escuela. Como fue buen alumno, asistió luego a la Universidad del Pacífico del Sur, en Fiji. Me dijo que ahí había empezado a cuestionar a la familia real tongana y a aprender sobre la democracia.

—En la universidad –me dijo otro día–, tuve acceso a las alternativas: historia de otros países, democracia, comunismo, socialismo. Eso me ayudó mucho a incrementar mi conocimiento.

Tras horas de discursos por parte de otros de los presentes, las ideas empañadas por la kava habían recobrado claridad. Uno de los organizadores de la democracia colocó un documento sobre una mesa al frente de la sala. Era una petición para restar poder a la familia real otorgando al pueblo más escaños en el parlamento. Los organizadores no querían destruir a la familia real sino hacerla a un lado, de acuerdo con el modelo británico.

Uno a uno se acercaron al escritorio, levantaron el bolígrafo y firmaron. Y así, en ese ambiente extraño, saturado de kava y entre viejos cánticos, los tonganos moldeaban la democracia a su propia imagen.

El príncipe heredero, tras varias semanas, me concedió la audiencia.

El guardia, a la entrada de la propiedad, me indicó la ruta con la mano, y yo subí la colina hacia la villa. Esperé en el jardín mientras Su Alteza Real terminaba una reunión con la embajadora de los Países Bajos; el rey de Tonga estaba enfermo en Nueva Zelanda y moriría en unas pocas semanas, por lo que el príncipe heredero servía como gobernante interino. Decenas de guardias esperaban bajo el Sol con una variedad de instrumentos de aliento. Cuando la embajadora salió, se pusieron en firmes y tocaron una marcha hasta que subió a su auto y este se alejó.

El secretario personal del príncipe heredero me llevó a la puerta principal de la villa. Ésta se abrió hacia una galería que separaba las dos alas de la casa. El día era caluroso, pero la villa se encontraba en la cima de una colina y soplaba una brisa fresca. El ruido de los zapatos del secretario reverberaba en los pisos y las columnas de mármol. Las paredes estaban desnudas en su mayoría, pero pintadas en estilo trampantojo para transmitir un efecto de profundidad.

El secretario me dejó solo en una sala que parecía pertenecer a tres o cuatro personas diferentes. La repisa de la chimenea estaba adornada con antiguos iconos religiosos, una colección de arte japonés llenaba una esquina, y en otras partes se exhibía arte abstracto. Había un piano en otro rincón; el príncipe toca jazz y alguna vez formó un grupo en Inglaterra. Los tomacorrientes eran todos de tipo estadounidense, en lugar de los que se usan en Tonga, porque el príncipe prefiere los enseres hechos en Estados Unidos.

Minutos después el príncipe entró a la sala.

—Hola –dijo, con un acento británico tan espeso como el pudín de ciruela.

Extendió la mano; su palma, de tan suave, se sentía húmeda. Se sentó en una otomana, desabotonándose el saco de un traje de lana de tres piezas. Apareció una mujer que cruzó la sala con lo que, a primera vista, parecía ser una bandeja de plata vacía; no obstante, cuando se inclinó hacia el príncipe, él tomó un cigarrillo.

Conversamos un rato sobre su preparación y sus estudios en Inglaterra. Le pregunté sobre el taxi importado de Londres, y su deseo por él.

—Utilidad práctica, realmente –contestó–. Es más fácil subir y bajar de un taxi londinense cuando se carga una espada.

También es práctico porque el taxi tiene cortinas en las ventanas, las cuales el príncipe cierra cuando viaja por su país, de manera que su pueblo no lo vea, ni él a su pueblo. Le pregunté si las cosas cambiarían una vez que subiera al trono.

—Creo que lo más probable es que sigamos haciendo las cosas como hasta ahora ya, que hemos tenido mucho éxito –contestó el futuro rey.

Unos días antes yo había visitado la escuela para niños discapacitados de Tonga, a la cual Australia donó unas computadoras y el pueblo japonés un vehículo. Parece injusto, le dije señalando con la mano el arte japonés y el paisaje al fondo, que la realeza y los nobles posean lo que constituye una opulencia y una riqueza relativas, mientras otras personas menos afortunadas dependen de la asistencia extranjera. ¿Es esta una crítica injusta?

Me desdeñó con un movimiento de la mano, señalando que, pese a la reputación de riqueza y poder de Estados Unidos, también tenía pobreza en ciudades del interior y áreas rurales.

—Lubbock, Texas –comentó– y lugares así.

Levantó la mano lentamente y dio una larga fumada a un cigarrillo nuevo.

—La asistencia extranjera es asistencia extranjera –dijo–. Entonces, la manera de aceptar la generosidad de otros no es asunto de ellos, sino de uno.

Reflexioné en esta aseveración un rato y luego decidí que me había despachado de forma majestuosa. La audiencia no duró mucho más. Al final le agradecí al príncipe por su tiempo y por…

—Adiós –dijo.

La brusca interrupción contrastaba tanto con la cálida sonrisa de su rostro que por unos momentos no me di cuenta de que me estaba despidiendo. El príncipe me dio la espalda y se alejó, dejándome solo.

Caminé de regreso a la luz del sol, donde el chofer del príncipe, Harry Moala, lavaba los vehículos reales. Me vio, sonrió y me preguntó si necesitaba un aventón de regreso a la ciudad.

—Desde luego.

—¿Qué tal en el Jaguar? –me preguntó.

Bajamos velozmente por el sendero real y luego íbamos como alma que lleva el diablo por los caminos vecinales de Nuku‘alofa. Dos meses más tarde, en noviembre de 2006, la mayor parte de la ciudad ardería durante una segunda oleada de disturbios políticos. Un humo negro y espeso flotaría sobre la urbe mientras la multitud volcaba autos, incendiaba oficinas y apedreaba edificios gubernamentales en demanda de una representación más democrática. Ocho personas murieron, arrestaron a cientos, y acusaron de sedición a cinco líderes democráticos, ‘Akilisi Pohiva entre ellos.

Por ahora, sin embargo, Moala esquivaba autos m

ás lentos y reflexionaba sobre Su Alteza Real.

—No lo veo en toda la semana. Nada más se queda en su cuarto. Manda que le lleven la comida, hasta por una semana –comentó–. Su Alteza se queda solo en su habitación. Tal vez le gusta la soledad. Pero ocupado con la computadora. Está inmerso en la máquina todo el día y toda la noche.

Yo sabía exactamente lo que quería decir: el nuevo rey se queda dormido, y todos tienen miedo de despertarlo.

Fuente. TheScientificCartoonist


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domingo, 16 de septiembre de 2007

El deshielo hace navegable por primera vez la ruta a través del Polo Norte.



El deshielo causado por el calentamiento climático ha provocado que se convierta en navegable por primera vez la llamada ruta del noroeste, que une los océanos Atlántico y Pacífico a través del Polo Norte, según las observaciones efectuadas por los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Las observaciones espaciales de la masa polar, iniciadas hace casi 30 años, nunca habían registrado que la ruta del noroeste estuviese abierta para la navegación, puesto que estaba congelada. Las imágenes enviadas por el satélite Envisat de la ESA han permitido ahora constatar que la reducción de la masa de hielo en el Polo Norte, ligado al calentamiento climático, permiten que ese paso sea navegable.

Los expertos de la ESA destacan la aceleración que el deshielo ha sufrido en los últimos diez años y recuerdan que los expertos de la ONU en cambio climático auguraron que, al ritmo actual, el océano Ártico se quedaría sin hielo en 2070.

La observación espacial también ha permitido detectar que la ruta del noreste, que bordea la costa de Siberia, se encuentra todavía bloqueada pero con una masa de hielo muy inferior a la de años anteriores.

Fuente ILS. News.
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sábado, 15 de septiembre de 2007

Arroz dorado, las patentes impiden salvar vidas.





Hace más de 12.000 años que el arroz (Oryza sativa) se cultiva y es la fuente de alimentación de más del 50% de la población mundial. Desde tiempos ancestrales, el arroz ha sufrido cambios en su genoma, mutaciones, de forma natural que le han aportado ciertas ventajas de adaptación en su desarrollo como cereal.
La biotecnología nos brinda en la actualidad la oportunidad de ‘controlar’ esas mutaciones de forma específica, es decir, para que no sucedan al azar sino donde nosotros queramos en el genoma. Es una herramienta para producir, seguir y controlar un cambio introducido en el genoma de un organismo, en este caso el arroz, para obtener ciertos beneficios.
Patologías asociadas a la falta de vitamina A o de hierro.
Según la Organización Mundial de la salud (OMS, 230 millones de niños corren el riesgo de padecer déficit de vitamina A, retinol, el cual se puede prevenir. Cada año más de un millón de niños mueren debido a este déficit ya que los afectados son más vulnerables a las infecciones y a la curación de las mismas. Además, en países en vías de desarrollo, 500.000 niños padecen ceguera como consecuencia del déficit de vitamina A. Si se suministra esta vitamina al niño deficiente, UNICEF valora la disminución del riesgo de muerte en un 23%.
La anemia asociada a la falta de hierro es la enfermedad nutricional más común en el mundo. La causa de esta anemia es la falta de hemoglobina en la sangre que conlleva la reducción de capacidades tanto mentales como físicas a gente de todas las edades así como la debilidad del sistema inmunitario. Esta deficiencia se debe mayoritariamente a la falta de ingesta de hierro en la dieta. La anemia en mujeres embarazadas es una causa importante de mortalidad de la madre ya que aumenta el riesgo de hemorragia e infecciones durante el parto. El recién nacido de madre anémica también se puede ver afectado y normalmente presenta poco peso y también anemia. Esta enfermedad puede afectar al desarrollo intelectual de niños y preadolescentes que la padecen. UNICEF estima que dos billones de personas en el mundo sufren anemia, la mayoría mujeres y niños, y de éstos, 1,4 billones sufren anemia por falta de hierro. En África y Asia la anemia es la causa del 20% de muertes de mujeres.
Arroz, vitamina A y hierro
Las plantas de arroz no producen carotenos (precursores de vitamina A) en el grano consumido por los humanos sino en las hojas. Debido a esto y a la imposibilidad de obtener en estos países vitamina A de legumbres, hortalizas o cereales, el déficit de vitamina A ocurre donde el arroz es la mayor fuente de alimento.
La cantidad de hierro asimilable depende tanto de la cantidad de hierro en la dieta como de la absorción del mismo durante la digestión. En países en vías de desarrollo el hierro en la dieta es aportado por hierro no-hemo de origen vegetal (hierro diferente al de la sangre, y debido a su mala absorción está considerado un factor causante de anemia por falta de hierro.
También las legumbres y los granos incluido el arroz son potentes inhibidores de la absorción de hierro por la gran cantidad de ácido fítico que contienen.
Los alimentos que permiten la absorción de hierro no-hemo, por ejemplo, frutas y vegetales ricos en ácido ascórbico, se ven normalmente limitados en países en vías de desarrollo. El hierro hemo es normalmente bien absorbido por el intestino humano y se encuentra básicamente en alimentos que contienen sangre y músculo (carnes y pescados. Debido a su precio y a la falta de disponibilidad, los alimentos ricos en hierro hemo son parte de la típica dieta de países desarrollados.
Se ha visto que el déficit de vitamina A indirectamente interfiere en la absorción de hierro. Debido a que el grano de arroz no contiene provitamina A, y que además la dieta vegetariana es generalmente pobre en hierro, la misión del proyecto del arroz dorado era la de incrementar el contenido del precursor de la vitamina A en el grano de arroz.

El caso del arroz dorado.

El proyecto del arroz dorado o Golden Rais en inglés fue portada de la revista Science en el año 2000. Vale decir que la revista Nature rehusó previamente el escrito sin haberlo revisado. Este proyecto empezó a desarrollarse en 1992 gracias al esfuerzo conjunto del Profesor emérito Ingo Potrykus del Instituto de Ciencias Vegetales de Zúrich (Suiza) y del Dr. Peter Beyer de la Universidad de Friburgo (Alemania) con fondos públicos y con finalidad humanitaria. Mediante técnicas de ingeniería genética, se introdujo una mutación en el genoma del arroz para que éste produjera el precursor de la vitamina A, llamado provitamina A o beta-caroteno, en el grano pues la planta de arroz naturalmente lo produce en las hojas.
La idea era crear un alimento fortificado para ser plantado y consumido en áreas donde hay un gran déficit de vitamina A.
En 1999 se consiguió la primera versión de arroz dorado (publicada en la revista Science) la cual producía 1,6 microgramos de provitamina A por gramo de arroz además de otros terpenos de gran valor nutricional. Fue el inicio del camino al éxito. Debido a que el proyecto estaba financiado con fondos públicos y mejorar el rendimiento del prototipo de arroz dorado resultaba demasiado costoso, finalmente se optó que una empresa privada biotecnológica mejorara los resultados. La compañía suiza Syngenta obtuvo en 2003 la primera línea regulada de arroz dorado (SGR1) de la cual se obtuvieron unos niveles de provitamina A entre 4 y 8 microgramos por gramo de arroz en los cultivos de campo realizados en Louisina EUA. En 2005 esta compañía anunció que había desarrollado el arroz dorado 2 o SGR2 el cual produce 23 veces más de provitamina A que la versión inicial de arroz dorado desarrollada por sus inventores, es decir, 37 microgramos de provitamina A por gramo de arroz (publicado en la revista Nature Biotechnology en 2005. El arroz dorado 2 aunque es propiedad de Syngenta es donado al Comité de Arroz Dorado Humanitario (Golden Rais Humanitarian Board en inglés. Para recibir la mitad de la cantidad diaria recomendada (CDR) de vitamina A, se ha estimado que 72 gramos del arroz dorado 2 serían necesarios.
El punto crítico está en saber cuánta provitamina A es absorbida y convertida en vitamina A cuando la gente come el arroz dorado.
Irónicamente, los estudios de campo no se pudieron realizar en Europa debido a la política tan severa sobre transgénicos y se tuvieron que realizar en Estados Unidos. El arroz dorado se ha cruzado con especies de arroz de Filipinas, Taiwán y con una variedad norteamericana. El primer estudio de campo se llevó a cabo en el AgCenter de la Universidad estatal de Louisiana en 2004 con la primera variedad de arroz dorado desarrollado por Syngenta (SGR1) pero el huracán Iván destrozó la mayoría de la plantación. De la cosecha que se pudo salvar se obtuvieron de 4 a 8 microgramos de provitamina A por gramo de arroz. Estos estudios de campo permitirán una medida más precisa del valor nutricional del arroz dorado 2 además de estudios alimentarios. Los resultados preliminares de arroz dorado SGR1 crecido en el campo mostraron que este arroz produce 4 veces más beta-caroteno que el mismo arroz crecido en invernadero.
En Junio de 2005, el Dr. Peter Beyer obtuvo financiación de la Fundación Melinda y Bill Gates para mejorar el arroz dorado incrementando los niveles o la biodisponibilidad de provitamina A, vitamina E, hierro y zinc.
Aunque el arroz dorado fue desarrollado como un alimento humanitario se ha encontrado con muchas dificultades relacionadas con las patentes y la oposición por parte de activistas anti-globalización y del medioambiente. Por ahora, ninguna de las variedades puede ser utilizada para el consumo humano.

El problema de las patentes.

Los aspectos políticos debían tenerse en cuenta antes de obtener el arroz dorado con el fin de poder cultivarlo en el futuro. Para cumplir la intención que este arroz fuera de carácter humanitario, se tenía que lograr que llegara a los agricultores de países en vías de desarrollo de forma gratuita y libre de costos. El deseo del Profesor Potrykus y del Dr. Beyer de poner a libre disposición la tecnología desarrollada se vio argumentado por la Comisión Europea. Durante el proyecto de desarrollo del arroz dorado, varias instituciones privadas tenían derechos sobre parte de la tecnología usada debido a los programas IV y V financiados por la Unión Europea que obligaban a la investigación pública a colaborar con la industria. Este hecho derivó en que la investigación pública se orientó hacia problemas industriales y estaba perdiendo su independencia.
Pero este problema con la Unión Europea no fue el mayor comparado con las dificultades de la transferencia de tecnología, aplicación de las patentes internacionales y derechos de propiedad intelectual y de propiedad técnica usados en algunos experimentos. Demasiados aspectos a tener en cuenta para solo dos personas y se tuvo que recurrir a la industria. Con ésta se tuvieron que definir los conceptos ‘agricultor de subsistencia’ y ‘uso humanitario’ que no fue fácil pues tanto el Profesor Potrykus como el Dr. Beyer pretendían que esos conceptos fueran lo más generosos posibles. No se pretendía tan solo ofrecer tecnología gratis a los agricultores a pequeña escala sino también contribuir en los mercados locales de los países pobres.
En mayo de 2000, la empresa Zeneca (después Syngenta, mediante una compañía de licencias, obtuvo la licencia exclusiva para el uso comercial del arroz dorado desarrollado inicialmente por sus inventores y en compensación, financia el uso humanitario mediante los inventores en los países en vías de desarrollo. El acuerdo aplica el uso humanitario para agricultores que reciben 10.000 dólares o menos de ingresos por el arroz dorado. Además, este acuerdo se extiende a las aplicaciones subsecuentes de esta tecnología a otras plantas de cultivo. En 2001 se firmaron los acuerdos de transferencia de tecnología necesarios.
Actualmente en las instituciones públicas de los países en vías de desarrollo se tiene vía libre para introducir el arroz dorado y transformar de nuevo con las variedades locales mejor adaptadas.
Se debe mencionar que gracias a la publicidad, la empresa biotecnológica Monsanto empezó a ofrecer licencias gratuitas para sus propios derechos intelectuales. Este es un ejemplo como el buen uso de las patentes puede ayudar a los más necesitados.
Para saber realmente a lo que se estaban enfrentando, la Fundación Rockefeller hizo una auditoría al proyecto del arroz dorado inicial que estableció que había 70 derechos de las propiedades intelectual y técnica que pertenecían a 32 instituciones privadas y universidades. El Profesor Potrykus estaba indignado porque un proyecto desarrollado con fondos públicos y para un uso humanitario estaba ligado a instituciones privadas que habían patentado tecnologías previas. Hasta llegó a pensar en unirse a movimientos anti-patentes pero se hizo atrás tras reflexionar y llegar a la conclusión que el arroz dorado se desarrolló usando técnicas patentadas y de no ser así nunca se habría llegado a lograr.

El uso humanitario.

El siguiente reto era lograr que la nueva tecnología fuera transferida a los países en vías de desarrollo y éstos empezaran a establecerla. El rasgo genético del arroz dorado se debería introducir lo antes posible en las variedades locales de arroz respetando las regulaciones nacionales e internacionales sobre el manejo de plantas transgénicas.
Con este fin, el Profesor Potrykus y sus colegas crearon el “Golden Rice Humanitarian Board” para asesorar y apoyar donde se requiera. La colaboración entre el proyecto público, algunas empresas y organismos oficiales de países ricos como Suiza y países receptores interesados debería permitir que este fin se logre pronto. Se pretende que se evalúen cuidadosamente las necesidades y peculiaridades del sistema del país receptor, se examinen todos los detalles sobre seguridad alimentaria, valor nutricional, seguridad ecológica, etc. Actualmente existen colaboraciones con Filipinas, Vietnam, Indonesia, China, India y Bangladesh.
En todo este proceso se empleará la genética clásica, ya que una vez que se dispone de arroz modificado, el rasgo se puede transferir a las variedades locales mediante hibridaciones de tipo mendeliano, en institutos de investigación de los países interesados y todo ello con ayuda financiera internacional.

Fuente. TheScientificCartoonist


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domingo, 26 de agosto de 2007

Sistemas de navegación por satélite pueden ser gobernados por 'hackers'



Los sistemas de navegación por satélite en los automóviles pueden ser secuestrados a distancia con relativa facilidad, lo que permitiría a eventuales 'hackers' dar indicaciones falsas a los conductores, advirtieron expertos en una conferencia en Las Vegas.
Andrea Barisani y Daniele Bianco, del sitio 'web' Inverse Path, demostraron el jueves cómo las antenas y un remiendo de aparatos electrónicos comunes pueden ser utilizados para reemplazar con instrucciones falsas el legítimo tráfico de información transmitido por radio a los sistemas.
La herramienta inventada por estos expositores funciona con los artefactos 'SatNav' estándar en Europa, cada vez más comunes en América del Norte y que deben comenzar a utilizarse este año en Australia, dijo Barisani a la conferencia de especialistas en seguridad Black Hat.
"Si nosotros podemos hacerlo, cualquiera puede", dijo Barisani mientras ensamblaba junto a Bianco el sistema para mostrarlo en el seminario.
Mientras los sistemas de navegación muestran rutas utilizando mapas almacenados y satélites, el sistema recibe constantemente actualizaciones sobre accidentes de tráfico, cierres de calles u otras condiciones que podrían llevar a modificar la ruta.
La información actualizada es enviada en códigos informáticos en frecuencias de radio FM, a veces compartiendo las longitudes de onda con programas de radio.
El artefacto pirata puede "olfatear" y reemplazar los datos legítimos en los canales existentes o crear informes falsos en frecuencias no utilizadas, según Barisani.
Los sistemas de navegación de automóviles están constantemente buscando canales de información, descargando datos sobre el tráfico, el clima y los problemas en las rutas.
"Se puede minar toda la autopista, enviando alertas de bombas, accidentes aéreos e incidentes terroristas sin fin: la tercera guerra mundial en la autopista", dijo el experto italiano.
Los resultados del experimento fueron enviados al canal de mensajes sobre el tráfico en Europa, que respondió manifestando su confianza en las protecciones de los sistemas.
"El problema es que la gente confía implícitamente en estas cosas", dijo Barisani.
Fuente. IBLNEWS

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lunes, 13 de agosto de 2007

La primera motocicleta que funciona con hidrógeno.



Se espera comercializar dentro de poco una motocicleta que funcione con hidrógeno y basada en la tecnología de células de combustible. La motocicleta fabricada por la compañía inglesa Intelligent Energy alcanza los 80 km/h y tiene una autonomía de 160 km con el depósito lleno. Se presentaron los primeros prototipos a principios de año.
El hidrógeno es almacenado a presión en un tanque especial y es combinado con el oxígeno de la atmósfera generando electricidad en una célula de combustible. La electricidad producida mueve un motor eléctrico, y el gas de escape es un limpio vapor de agua.
La moto, que emite menos ruido que un PC de sobremesa, se puede usar en el campo sin contaminar acústicamente el entorno ni polucionar el aire.
La moto de nombre ENV se venderá en los EEUU a unos 7000$. Este precio es más que sorprendente si tenemos en cuenta que hasta hace poco las células de combustibles eran muy caras por la utilización de catalizadores como el platino.
Como el hidrógeno no se vende en las gasolineras, la empresa venderá un generador que lo producirá a partir de alcohol, biodiesel o amoniaco por 1500$.
Esta tecnología que fue desarrollada para el programa Apollo de la NASA hace unos cuarenta años se está impulsando ahora para uso comercial. Sin embargo, aun queda por solucionar el problema de almacenar hidrógeno de una manera sencilla, ligera y segura que de suficiente autonomía al vehículo. Es más difícil aplicar esta tecnología a automóviles.
Fuente. TheScientificCartoonist

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domingo, 5 de agosto de 2007

Probaron en secreto un cohete argentino.



Catorce años después de haber desactivado el misil Cóndor II, la Argentina probó nuevamente un cohete. A comienzos de julio, en un campo de pruebas de Bahía Blanca, fue lanzado el Tronador, según revelaron fuentes que trabajan en ese proyecto. Sólo en el segundo intento pudo conseguirse el despegue del prototipo, que forma parte de un ambicioso plan para colocar al país en la carrera espacial.
El cohete lanzado tiene dimensiones reducidas, menos de cuatro metros de longitud, pero resultó la evaluación esperada para llevar adelante la segunda etapa del plan, el Tronador II, un vector proyectado para transportar una carga de más de 200 kilogramos, con un motor de combustible líquido, cuya realización fue promovida por el Gobierno con varios decretos firmados en los últimos meses.
En esos documentos se establece la meta de crear un cohete capaz de poner en órbita un satélite para uso propio o bien para comercialización a terceros.
En 1993 terminó el proyecto del misil Cóndor II por las presiones públicas de Estados Unidos, que en ese momento se mostró muy preocupado por el desarrollo del cohete ideado por la Fuerza Aérea en las entonces secretas instalaciones de Falda del Carmen. Ese predio, a mitad de camino entre la ciudad de Córdoba y Carlos Paz, hoy está en manos civiles y vuelve a ser el centro de la construcción de un "inyector satelital para cargas útiles livianas".
La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) está al frente del emprendimiento, con la participación de especialistas del Instituto Balseiro, el Instituto Aeronáutico Argentino, el Instituto de Investigaciones Técnica y Científicas de las Fuerzas Armadas (Citefa) y universidades nacionales. Todos los esfuerzos convergen en el empresa VENG, sociedad de capitales públicos y privados que está controlada por la Conae.
El 11 de abril último, el presidente Néstor Kirchner firmó el decreto 350, por el cual "se autoriza a los entes y profesionales pertenecientes a organismos del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación a participar, en forma voluntaria, en la realización de tareas vinculadas con el desarrollo de medios de acceso al espacio y servicios de lanzamiento, particularmente con el proyecto inyector satelital para cargas útiles livianas".
Se trata de un decreto bastante particular, ya que establece que los técnicos pueden sumarse al proyecto "fuera de su horario habitual de trabajo" y obtener una capitalización en las futuras ganancias de la empresa VENG. El decreto lleva la firma de Kirchner; del jefe de Gabinete, Alberto Fernández; del canciller Jorge Taiana; del ministro de Educación, Daniel Filmus, y de la entonces ministra de Economía Felisa Miceli.
La empresa VENG (sigla de vehículo espacial de nueva generación) fue creada en 1998 por el presidente Carlos Menem, pero desde ese momento no había recibido ningún impulso más allá de su formal objetivo de desarrollar un cohete. Es más, el proyecto Tronador fue concebido antes de que Menem entregase su mandato y figuró desde entonces en el presupuesto bajo el rótulo de programa 17 de la Conae. Sin embargo, su desarrollo no pasó de los cálculos teóricos en los diferentes centros de alta tecnología.
En 2003, un informe del Ministerio de Economía indicó la cancelación del proyecto de inyector satelital y de la reconversión de Falda del Carmen para priorizar las misiones satelitales. Parecía el fin del emprendimiento, aunque ahora tomó forma nuevamente.

Metas y presupuesto.

El 8 de junio último, Miceli firmó la resolución 396 por la cual se aprobó el presupuesto de 2007 de la empresa VENG. El monto no llama la atención para la envergadura del trabajo encomendado, ya que figura un gasto corriente de 900.000 pesos, pero en esa resolución se fijan las metas anuales: construir el lanzador Tronador I y comenzar el desarrollo del lanzador Tronador II.
Antes de esa aprobación de pautas presupuestarias, en febrero de este año se firmó el contrato entre VENG y la Conae para construir el Tronador.
En el Sistema Nacional de Inversiones, del Ministerio de Economía, se expone también el interés por el "diseño, desarrollo y construcción de un vehículo dotado de un motor de combustible líquido tecnológicamente avanzado y de un sistema de navegación, control y guiado, asociado a un receptor GPS, capaz de producir la inyección del vehículo en una órbita previamente fijada", al asignársele un crédito de 26 millones de pesos a partir del próximo año.
Entre los objetivos de VENG para este año, publicados en el Boletín Oficial el 13 de junio último, figura también la puesta en marcha de la planta piloto de concentrado de hidracina en Falda del Carmen.
La hidracina es el componente base del combustible líquido que utilizará el cohete Tronador II, cuyo motor tiene un empuje proyectado de 3350 kilogramos y podría colocar una carga de más de 200 kilogramos a 400 kilómetros de altura. Salvados de ser "dinamitados", tal como quería Domingo Cavallo en su ímpetu por cancelar definitivamente el Cóndor II en los 90, los búnkeres empotrados en la sierra de Falda del Carmen volverán con fuerza a la actividad.
Catorce años después del final del proyecto Cóndor, otro escenario mundial encuentra este incipiente Tronador. En principio, la Argentina forma parte del Régimen de Control de Misiles, organismo internacional que controla el acceso a materiales de alta tecnología.
En 2003, la presidencia del Régimen de Control de Misiles estuvo a cargo del embajador Carlos Sersale di Cerisano y la secretaría ejecutiva se instaló en Buenos Aires. Esa entidad pone énfasis en evitar la proliferación de cohetes que puedan transportar cargas de 500 kilogramos a más de 300 kilómetros, por la posibilidad de ser usados como inyectores satélitales o armas, dependiendo la elección sólo de la buena voluntad del país que construye ese aparato.
El proyectado diseño del Tronador II se enmarca en los límites justos de las convenciones internacionales. Los militares argentinos prefieren quedar al margen de este cohete, tal como lo expresaron varios importantes oficiales consultados. En el Ministerio de Defensa tampoco quieren oír hablar del proyecto Tronador. Ese plan avanza por ahora en manos civiles.

El recuerdo del plan Cóndor, que se desactivó por presión mundial.

Luego de la guerra en las islas Malvinas, la Argentina desarrolló un sistema balístico denominado Cóndor, que fue cancelado diez años después por la presión internacional. La desactivación del proyecto fue uno de los hechos que estrecharon la relación del gobierno de Carlos Menem con Estados Unidos.
Hasta 1987, el emprendimiento militar del misil Cóndor se mantuvo fuera de la agenda pública. Ese año, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Alemania, Francia, Japón y Canadá establecieron el Régimen de Control de Misiles para impedir la proliferación de esa tecnología en los países periféricos.
El desarrollo argentino estaba muy avanzado ese año, con un misil proyectado con capacidad para transportar una carga bélica de 500 kilogramos a una distancia estimada entre los 800 y 1000 kilómetros. Y por entonces tenía socios que no despertaban mucha confianza internacional, entre ellos Egipto.
Con la llegada de Menem al poder, se intensificaron los gestos norteamericanos para frenar el Cóndor. En principio, el presidente Menem se mostró convencido de seguir con el plan del cohete, a tal punto que participó del lanzamiento de un prototipo menor, el Alacrán, en la base de Chamical, en La Rioja, a los pocos meses de asumir la primera magistratura.


Motores y carcazas-

Los cuestionamientos en el mundo aumentaron en 1992 y finalmente se dio por cerrado el proyecto del Cóndor. Ese misil, tan polémico, nunca voló, según determinaron las investigaciones periodísticas que se hicieron en esos años. Sí, en cambio, se construyeron motores y carcazas para el cohete.
La situación con ese cohete siguió la línea del escándalo público hasta que la Argentina acordó no sólo desactivar el proyecto, sino también destruir el material y los planos. Parte de los motores fue enviada a España en 1993 para que allí se garantizara la destrucción reclamada por Estados Unidos. Además, las instalaciones hasta entonces secretas de Falda del Carmen fueron abiertas a inspecciones internacionales.
El gobierno menemista decidió cerrar el predio de Falda del Carmen y quitó las investigaciones espaciales de manos de los militares, para crear una agencia civil. También acordó el ingreso del país en el Régimen de Control de Misiles.
Algunos años después, en 1996, Menem inmortalizaría ante chicos de una escuela primaria una frase: "Atravesaremos la estratosfera y en dos horas estaremos en Japón".
Quizá pensaba entonces en el plan espacial que lanzaría antes de dejar el gobierno, pero nada se hizo. La sombra del Cóndor tapó todos los proyectos hasta esta nueva prueba del Tronador.
Fuente. Rodolfo Coricelli

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miércoles, 1 de agosto de 2007

Los 237 motivos para tener sexo.



Ya en la antigüedad los eruditos comenzaron a contar las formas en que los humanos tienen relaciones sexuales, pero no fueron tan diligentes en catalogar las razones por las que se quieren adoptar todas esas posiciones. Darwin y sus sucesores ofrecieron unas pocas explicaciones sobre las estrategias de apareamiento –para obtener mejores genes o para ganar estatus y recursos–, pero se negaron a elaborar un Kama Sutra de las motivaciones sexuales.
Quizás usted no lamente esa omisión. Quizás usted piense que las motivaciones para tener sexo son demasiado obvias. Pero ahora, gracias a psicólogos de la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, al menos podemos enumerar las razones.
Después de preguntarles a casi 2000 personas por qué habían tenido relaciones sexuales, los investigadores han reu-nido y organizado en categorías un total de 237 motivos, que van desde “quería estar más cerca de Dios” hasta “estaba borracho". Incluso encontraron algunas personas que alegaron haber estado motivadas por el deseo de tener un hijo...
Los investigadores Cindy M. Meston y David M. Buss creen que su lista, publicada en la edición de este mes de la revista Archives of Sexual Behavior , es la más minuciosa taxonomía de las motivaciones sexuales jamás compilada, algo que resulta completamente plausible.
¿Quién hubiese pensado, por ejemplo, que un dolor de cabeza puede tener un significado erótico y no ser una excusa para decir "no"? Algunas de las personas encuestadas (pertenecientes a ambos sexos) dijeron haber tenido sexo "para deshacerse de un dolor de cabeza". Esa es la razón número 173 de la lista.
Otros dijeron que lo habían hecho por los siguientes motivos: "para que me ayude a conciliar el sueño", "lograr que mi pareja se sienta poderosa", "quemar calorías", "no tener frío", "herir a un enemigo" o "cambiar el tema de conversación". La más insustancial quizás haya sido: "parece ser un buen ejercicio", aunque también está "alguien me desafió a hacerlo".

Una riqueza sorprendente

El doctor Buss ha estudiado las estrategias de apareamiento en todo el mundo -es el autor de La evolución del deseo , entro otros libros-, pero incluso él no esperaba encontrar razones tan variadas o maquiavélicas para tener sexo. "Quedé realmente asombrado -aseguró- por la riqueza de la psicología sexual."
Los investigadores obtuvieron la información pidiéndoles primero a más de 400 personas que enumeraran cuáles eran las razones por las que habían tenido sexo, y luego solicitándoles a otras 1500 personas que indicaran qué tan importante eran para ellos esas razones.
Aunque se trataba de una muestra bastante homogénea de estudiantes de la Universidad de Texas, casi todas las 237 razones fueron mencionadas al menos por algunos de ellos como su principal motivación para tener relaciones sexuales.
La mejor noticia es que tanto hombres como mujeres mencionaron con mayor frecuencia una misma razón: "Me sentía atraído por esa persona".
Las restantes 10 razones más citadas fueron en gran medida las mismas para ambos sexos, e incluían: "quería expresar mi amor por la otra persona", "estaba excitado/a y quería obtener satisfacción" y "es divertido".
Las mujeres dijeron con más frecuencia que habían tenido sexo por motivos como: "Quería expresar mi amor por la otra persona" o "Estaba enamorada".

Esto concuerda con la sabiduría popular que supone que las mujeres dan más importancia a los aspectos emocionales del sexo, aunque también quizá refleje la reticencia de las mujeres entrevistadas para admitir motivos menos nobles.
Los resultados del estudio también contradicen otro estereotipo femenino: la supuesta tendencia de las mujeres a utilizar el sexo a cambio de estatus o recursos.
"Nuestros hallazgos sugieren que los hombres hacen eso más que las mujeres", dijo el doctor Buss, aludiendo a los entrevistados que dijeron haber tenido sexo para conseguir cosas, como un ascenso, un aumento o algún tipo de favor. Los varones fueron mucho más propensos a decir que habían tenido sexo para elevar su "estatus social" o porque "la otra persona era famosa" o estaba fuera de su nivel .
"Aunque sabía que las relaciones sexuales tienen consecuencias en la reputación, me sorprendió que las personas, en su mayoría varones, pudieran sentirse motivadas a tener sexo solamente para obtener una mejora de su estatus social o de su reputación", dijo el doctor Buss.
Pero, por otro lado, los varones también dijeron ser más propensos que las mujeres a tener sexo porque "era lo que tenían que hacer". O simplemente porque "se presentó la oportunidad" o porque la persona les había pedido que lo hicieran.
De ser así, los resultados parecen ofrecer una fuerte confirmación de la hipótesis que se encuentra detrás de un viejo chiste: ¿cómo puede una mujer lograr que un hombre se quite la ropa? Pidiéndoselo.

Una nueva taxonomía

Para extraer algo de sentido de las 237 razones, los doctores Buss y Meston crearon una taxonomía con cuatro categorías generales:
Física: "La persona tenía lindos ojos" o "besaba bien" o "era demasiado atractiva físicamente como para resistirse". O "quería lograr un orgasmo".
Logro de metas: "Quería vengarme de una pareja que me engañaba" o "quería disolver la relación de un rival" o "ganar dinero" o "ser popular". O "por una apuesta".
Emocional: "Quería comunicarme en un nivel más profundo" o "mejorar el ánimo de mi pareja" o "mostrar agradecimiento". O simplemente porque "la persona era inteligente".
Inseguridad: "Sentí que era mi deber" o "quería levantar mi autoestima" o "era la única forma de que mi pareja pasara el tiempo conmigo".
Tener sexo por obligación, dijo el doctor Buss, resultó en otro estudio ser especialmente frecuente entre las mujeres de edad. Pero ambos sexos parecen practicar una estrategia que él llama "cuidado de la pareja", que se ilustra con una de las razones dadas por uno de los entrevistados: "Tenía miedo de que mi pareja tuviera un affaire si no lo hacía".
Ese temor parece especialmente razonable después de leer el estudio del doctor Buss y darse cuenta de cuán numerosos son los motivos de infidelidad. "Algunos críticos quizá se quejen de que la lista presenta algunas repeticiones -incluye "tenía curiosidad sobre el sexo" al igual que "quería saber de qué se trataba todo esto"-, pero me preocupan más las razones que resta enumerar."
Por ejemplo, entre las 237 razones que integran la lista no es posible encontrar aquella que se le atribuye a la actriz Joan Crawford: "Necesito sexo para tener bien la piel" (la más cercana en el estudio fue "pensé que me haría sentir más saludable").
Incluso desde un superficial estudio de la literatura o del moderno mercado masivo sobre fantasías sexuales, queda claro que esta nueva taxonomía quizá no sea mucho más completa que la tabla periódica de los elementos original.
Cuando le mencioné al doctor Buss el motivo de Joan Crawford, me prometió considerarla como posible candidato para la razón número 238.
Fuente John Tierney

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